Mi mundo rodeado de muros macizos, levantados por años con las manos desnudas, para protegerme de esos y también de aquellos, para que no se escapen las cosas humanas y que no me encuentren las que me dañan. Murallas distintas altas y bajas, construidas hace mucho con la paciencia de un niño, y levantadas gracias la fuerza de un joven, cuidan al adulto que vive conmigo, son su refugio su guarida y su fuerte, para huir y esconderme cuando el mundo me expulse.
Adornado de cuadros, retratos de aquellos que una vez fueron, aquellos que extraño, aquellos que anhelo, esos que odio y que yo mismo he retado, imágenes de sitios que una vez me alegraron, arboledas y prados recorridos descalzo, playas de arenas blancas donde he escrito mensajes, que el poder de las olas se han llevado consigo, aguas que una vez me empaparon y empaparon a otros abrazados conmigo, ciudades gigantes que recorrí de la mano, en busca de algo que nunca he encontrado.
Mi mundo cerrado coronado de espinas, corazón triste que conoció el amor, gaviotas que elevan su vuelo infinito, donde las olas del mar ya son calmas ahora, donde la marea hace rato no existe. Ojala que la luna ilumine mis pasos, cuando busque allá arriba la atalaya infinita, esa que guarda las emociones vividas, que no muestro a nadie por mucho que pidan.
Un mundo adornado de juegos y risas, donde puedo encontrar al niño que era, a ese que ya se convirtió en adulto, que dejo los juegos y empezó su vida. Ya no viste jockey y de pantalones cortos, ya no juega en el barro, ya no inventa su vida, se ciñe tan solo a sus paredes de grande. Quiero volver y hablar con el niño, explicarle el porque de las cosas que vivo, evitar que construya murallas tan altas, que me lleve a su lado por salidas que encuentre, que me muestre otros mundos que jamás he hallado, porque ya soy grande y no vivo en los sueños.
No debo volar a través de los muros, mirar desde arriba lo nuevo de día, quiero encontrar a aquellos que busco, mirarlos ahora sin que ellos lo sepan, saber desde antes lo bueno que tienen, saber hasta cuando la vida nos junta, no quiero esperar al final del camino y recién enterarme de cuando se han ido, y ahí descubrir de cuanto los quise, lo mucho que extraño su aura en mi vida.
La gente va y viene, recorre mi mundo, pero pocos pueden pasar por los muros, los miro de dentro con ojos profundos, pero se que no ven lo mucho que tengo, no comparto con nadie aquello en mi vida, ya que estoy solo a este lado del muro, paredes que dejan ver solo un poco, lo poco que pido lo mucho que anhelo.
Relato original: JSTM